El Centro Histórico del Cuzco –o Cusco, como lo conocen los oriundos– fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1983. La que fue capital del Imperio Inca y es capital histórica de Perú ha sufrido, sin embargo, en los últimos años una serie de cambios cada vez más acelerados que están afectando a su peculiar imagen de ciudad surgida del encuentro de dos culturas tan características como la andina y la española.
El principal problema al que se enfrenta la zona es la manera incontrolada en la que se utiliza: la concentración en el Centro Histórico de las actividades comerciales, turísticas y administrativas, está reemplazando el uso del suelo para vivienda, con la consiguiente expulsión de los vecinos a sectores periféricos. Además, con ello, se está produciendo la alteración de la arquitectura tradicional de la ciudad.
El inconveniente principal de las viviendas en sí mismas, es la subdivisión de las propiedades que ha desembocado en situaciones de hacinamiento que hacen que las viviendas no reúnan las condiciones mínimas de habitabilidad. Sólo dos tercios de los predios del Centro Histórico cuentan con servicios adecuados de agua y desagüe, según el censo catastral.
El deterioro y mal estado de conservación de las casonas ha devenido en una progresiva tugurización del espacio urbano y ha convertido a numerosas viviendas en potenciales objetos de incendios, inundaciones y desplomes, a lo que se suma la amenaza permanente de seísmos. Poco o nada se ha hecho en cuanto a prevención y las acciones ante estas eventualidades y cuando se han realizado algunas acciones, estas no han sido las adecuadas al contexto histórico, social y cultural del Centro Histórico.
Por todo esto, Solidaridad Internacional Andalucía está ejecutando un proyecto de rehabilitación y recuperación de las viviendas en estado de riesgo crítico. Se han seleccionado 10 casonas, localizadas en cuatro barrios tradicionales –Santa Ana, San Pedro, San Cristóbal y San Blas– que se suman a las ya rehabilitadas en la Fase I del proyecto –otras 14–. Se las está dotando de servicios básicos de saneamiento y desagüe, de evacuación de aguas pluviales y de mejora de las instalaciones eléctricas, entre otros.
El tipo de intervención se basa en un modelo de gestión participativa, donde los beneficiarios y las autoridades locales se comprometen con los objetivos del proyecto, con aportaciones particulares dentro de sus posibilidades económicas. A esto se suma la realización de talleres para la creación y gestión de microempresas, con el objetivo de que los beneficiarios puedan aprovechar las oportunidades que les brinda disponer de espacios rehabilitados. Con estas microempresas se pretende aumentar la renta familiar y facilitar la sostenibilidad de las acciones emprendidas.